Las marchas fueron penetradas por saboteadores profesionales, que no expresan el pensamiento ni la orientación de los movimientos y organizaciones sociales democráticas del país. Esto sirvió de pretexto para la desmedida respuesta de la fuerza pública, que no buscaba controlar los desmanes sino agredir a los ciudadanos.Las miles de personas que salieron a las calles tenían como objetivo central denunciar el TLC y la agenda gubernamental. Es obvio que a Santos y a Garzón no les conviene este tipo demostraciones que se han venido fortaleciendo en los últimos meses,
en la medida en que más sectores de la población colombiana develan sus intereses antinacionales, encarnados en el Plan Nacional de Subdesarrollo. Ya el gobierno ha tenido que enfrentarse a la posibilidad de paro en El Cerrejón, al paro por más de dos semanas de los camioneros y a las masivas movilizaciones de lecheros, mineros nacionales, maestros, estudiantes, sector salud y diversas fuerzas sociales. La jornada del 1º de mayo se convirtió en un hecho contundente de desaprobación a su gestión.
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